Me
preguntaron que opino de la mujer, bueno, esta es mi respuesta:
Las mujeres
con las que me toca convivir y comentar lo que sucede en estos caóticos y
atribulados tiempos tienen edades que rondan entre los 40 y pocos; y los 70 y
menos.
La gran
mayoría de ellas están casadas; algunas ejercen su profesión o trabajan en lo
que encuentran y después tienen que hacer las labores del hogar (muchas veces
sin ayuda doméstica, lo cual es de admirarse y respetarse), las demás o
trabajan o son amas de casa.
Inteligentes,
honestas, sensatas, divertidas, tiernas, hermosas; lo mismo lloran con alguna
balada que les toca el alma, o se visten de leonas dormidas y cantan a viva voz
que hoy van a cambiar; y de vez en cuando, toman el estandarte de Paquita
(¿Cuál?....la del Barrio….aaahhh, ok!!!) y con mucha enjundia lanzan al aire el
grito de:
¿Me estas
oyendo, inútil?
La música
“disco” las carga de energía y bailan como adolescentes en un sábado en la
noche; extrañan los “huateques”, y no ven con mucho agrado los hoy llamados
“antros”.
Son sensibles, les gusta escuchar y ser
escuchadas; son coquetas pues son muy seguras de si mismas, es imposible negar
que en sus miradas existe brillo difícil de explicar, quizá por eso sus ojos
son cautivadores.
Son aguerridas, fuertes, socarronas, tercas y
de un cinismo delicioso; son amables y condescendientes en el buen sentido,
pues a pesar que muchas veces nos adelantan por varios pasos, caminan junto a
nosotros pacientemente.
Mediadoras
por excelencia, previsoras; tratan de evitar conflictos en lo posible, pero si
son inevitables, los enfrentan sin miedo, las mujeres son valientes.
Aman sin reserva entregándolo todo, por eso no
toleran las traiciones; repudian la violencia y abrazan la razón y el dialogo.
Son preciosas sin importar esos kilitos de más,
sin importar esas “patitas de gallo”, sin importar el tinte para ocultar el
blanco que lucha por cubrir su cabeza; han sabido aceptar el paso del tiempo y
maduran con elegancia.
Algunas han
recurrido a lo artificial, para aparentar juventud y lozanía, no las critico;
quizá sea que yo prefiero lo natural.
Es posible
que tengan razón cuando dicen: “No hay mujer fea, solo maridos jodidos.”
Creo
que si de nuevo me preguntan que opino de la mujer, seré breve:
La
mujer es Divino, bello y permanente recordatorio, de lo maravilloso que es el
ser humano. De que Dios existe.
R.A.
Castro
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